Esta interpretación, acertada, parcial y casi obvia delante del espejo de la realidad, deja fuera de foco la cuestión quizá más importante que Lacan pretende con tal enunciado. La mujer no es “La” mujer, sino es “las mujeres”; su particularidad/individualidad le impide ser “signo”, y al no existir “La” mujer, no hay qué las represente como totalidad. “La” mujer no existe (tachado el artículo), pero sí existe “esta” o “aquella” mujer; las mujeres son una por una. Lo universal es el Hombre que incluye ambos géneros: masculino y femenino.
Freud en “Psicología de las Masas” nombra las dos únicas cosas que caen fuera de la serie de la formación de la masa y que además tiene carácter disolvente respecto a ella: el síntoma y el amor por una mujer. Dice incluso que “el amor por la mujer irrumpe a través de las formaciones de la masa, de la raza, de la segregación nacional y del régimen de las clases sociales, consumando así logros importantes desde el punto de vista cultural”.
El curso normal de las sociedades ha virado constantemente por el amor y desamor de una mujer, reconfigurando así la historia. La mitología ha pregnado el imaginario común occidental con mitos como el del triángulo amoroso entre Menelao, Helena y Paris, que hubo desatado la sangrienta Guerra de Troya. En la ficción literaria también encontramos ejemplos que argumentan lo dicho por Freud: “Romeo y Julieta”, tórrido romance entre jóvenes de familias enfrentadas que solo pudieron consumar su amor a través de la muerte, y también en películas como “Hiroshima mon amour”, en la que una mujer francesa se enamora de un soldado alemán herido en plena II Guerra Mundial.
Sin embargo, tal afirmación (“La mujer no existe”) no significa que las mujeres no existan, “sino que el estatus de ‘la mujer’ como categoría absoluta y garantizadora de fantasías es falsa”, explica Jacqueline Rose, feminista lacaniana, es por eso que “La” mujer –así– no existe ni existió jamás. “La mujer sería –lleva razón RSS– ese vacío incontrolable, peligroso, desestabilizador” dentro de la red significante.
Es por eso que el día de hoy les deseo un “¡Feliz Día Internacional de las Mujeres!”.
Escribe César Alberto Sánchez
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